El osteópata puede tener una acción preventiva, curativa o paliativa. Es recomendable consultar como medida preventiva, al menos una o dos veces al año, incluso si el paciente no presenta dolor ni síntomas. El objetivo de este tipo de consulta de “chequeo” es permitir que el cuerpo se adapte lo mejor posible a las perturbaciones que aparecerán posteriormente para evitar en la medida de lo posible la formación de tensiones, la aparición de dolores.
El osteópata también puede tener una función curativa, buscará y tratará la causa del síntoma para aliviarlo. Se encargará de muchos síntomas que afectan a diferentes partes del cuerpo, como la espalda, el cuello, la cabeza, los brazos, las piernas, el estómago, etc.
Finalmente, el osteópata también puede intervenir de forma paliativa, aliviará los síntomas provocados por una enfermedad o una lesión, para mejorar la comodidad de vida del paciente. En este último caso, el osteópata no podrá actuar sobre la causa, sobre la lesión o patología en cuestión, porque no puede «reparar» el tejido dañado. En determinados casos de patologías o lesiones, el tratamiento osteopático puede ser complementario, o se intervendrá tras el tratamiento médico, en segunda instancia.
En algunos casos, el osteópata pedirá el diagnóstico médico o remitirá al paciente a un profesional de la salud, paramédico o de terapia complementaria. Por tanto, el tratamiento osteopático no es un tratamiento médico.