Envejeciendo, ¿y qué?
El envejecimiento no significa necesariamente la aparición de dolores, síntomas, patologías, pero para mantener una buena salud es recomendable cuidar tu cuerpo, llevar un estilo de vida saludable, evitar el sedentarismo. El objetivo es favorecer el «envejecer mejor» manteniendo un buen estado de salud, física y mental, del individuo a través de acciones preventivas a lo largo de la vida. Todo esto mantendrá su “capital de salud”. La osteopatía es parte de este proceso, y puede ser de gran ayuda, especialmente para mantener una buena movilidad de tejidos, articulaciones y otros.
Con los años, el cuerpo evoluciona gradualmente, el envejecimiento es un fenómeno natural. Los cambios son externos, visibles, pero también en el cuerpo, que perderá movilidad y elasticidad. Este se adaptará cada vez con más dificultad, por lo que corre el riesgo de debilitarse.
Otros elementos pueden influir, y a lo largo de nuestra vida acumulamos una determinada cantidad de traumas más o menos importantes, que pueden ser de carácter físico (accidente, caída, enfermedad…) o psicológicos (pérdida de un ser querido, el estrés de la vida profesional, el ritmo de vida…) y que, en ambos casos, se somatizan. Es decir, estos eventos se «imprimen» en el cuerpo, dejando «huellas» más o menos significativas en nuestro cuerpo.
El cuerpo humano es capaz de adaptarse a muchas situaciones y sabe cómo encontrar el equilibrio, incluso cuando las grandes limitaciones lo restringen. Sin embargo, con los años, al llegar a una edad avanzada y con posibles traumas pasados no manejados, se vuelve más difícil. Es probable que el cuerpo sea más sensible y pierda su capacidad de adaptarse más fácilmente. A partir de ahí, aparecen dolores y problemas de salud que pueden hacer que las personas mayores pierdan la movilidad de su cuerpo. Esta falta de movilidad corre el riesgo de provocar la pérdida de autonomía del paciente, o incluso el aislamiento, y por tanto tiene un impacto psicológico y social importante.