La práctica deportiva y sus consecuencias
¡Todos sabemos que la actividad física regular es buena para la salud! Sin embargo, a cualquier edad y nivel, el deportista expone su cuerpo a movimientos repetidos, perturbaciones, pequeños traumatismos e incluso lesiones. Esto puede afectar a la movilidad y el equilibrio del cuerpo en general, y provocar así síntomas, molestias, dolores, etc. Esto tendrá un impacto en el rendimiento y el disfrute del deporte.
La falta de movilidad puede manifestarse en una variedad de síntomas, desde una simple contractura hasta una lesión o dolor crónico. Más precisamente, la más mínima pérdida de movilidad de una articulación, de un músculo, a nivel de las vísceras, u otro, puede provocar, por ejemplo, un desequilibrio postural, respiración menos eficaz, contracturas, tendinitis, trastornos digestivos durante el esfuerzo, mala recuperación, o incluso dolor crónico, esguince, fractura, etc.
Observar y escuchar a su cuerpo es fundamental, ¡especialmente para el deportista! Cuanto más atento esté a las señales de alerta, más sea respetuoso de sus capacidades y recuperación, más podrá progresar adecuadamente, para practicar durante mucho tiempo y sin síntomas ni problemas físicos. La práctica de una actividad física es fundamental para la salud, pero debe realizarse con conciencia y respeto del cuerpo. Y esto, para que dure el mayor tiempo posible, a medio o largo plazo, a un nivel que satisfaga al deportista, o que le sea suficiente. Pero también, para evitar el desgaste prematuro o la vejez de determinadas partes del cuerpo, en particular de las articulaciones.
Las personas que llevan mucho tiempo sin practicar deporte, o casi, y que desean retomar una actividad deportiva, deben estar especialmente atentas a su cuerpo.