Los niños y adolescentes

Durante el crecimiento

El período desde la infancia hasta el final del crecimiento, alrededor de los 20 años, hace que el organismo se transforme completa y rápidamente. El niño crece, su cuerpo cambia, desde sus primeros pasos, primeras palabras, el inicio de la escuela, la vida en comunidad hasta la adolescencia. Son muchos períodos de transición importantes con los consiguientes cambios físicos, hormonales y psicológicos, etapas esenciales para su desarrollo y, en ocasiones, difíciles para el niño. 

Los niños, curiosos por naturaleza, tienen una necesidad implacable de descubrir, explorar, aprender y experimentar las múltiples posibilidades que ofrece el mundo que les rodea. Muy a menudo, lamentablemente lo hacen sin tener en cuenta su propia seguridad, salud y bienestar, y tienden a exponerse a traumas repetidos más o menos dañinos. 

Estos pueden tener consecuencias sobre la movilidad de las estructuras del cuerpo, sus tensiones, modificar su posición, su equilibrio, y luego perturbar el crecimiento del niño. Por tanto, debemos actuar lo más rápido posible pero también en prevención para no tener repercusiones a largo plazo, y permitir que el niño tenga un buen desarrollo hasta la edad adulta.

¿Qué está pasando en el cuerpo?

Uno de los parámetros importantes en el crecimiento de un niño es el crecimiento óseo. Al nacer, casi todo nuestro esqueleto está formado por cartílago. Este esqueleto cartilaginoso se osificará gradualmente y, por lo tanto, se endurecerá a medida que envejecemos, siguiendo diferentes ritmos y procesos según el tipo de hueso de que se trate (largo, plano, irregular, etc). Los huesos no completan su osificación al mismo tiempo, a veces incluso con varios años de diferencia según el tipo de hueso. La forma y densidad de los huesos también está determinada por lo que están acostumbrados a «sufrir», se adaptan constantemente a las perturbaciones a las que están sometidos: músculos que se desarrollan y tiran al contraerse, golpes, esfuerzos físicos repetidos, traumatismos físicos, etc. Todo esto es muy importante porque el posicionamiento y la forma de los huesos tienen una gran influencia en el equilibrio del cuerpo, de todos sus elementos (órganos, músculos, nervios, vasos etc.), y de su funcionamiento, todo esto es necesario para un buen estado de salud.

 Sin embargo, en exceso, estas perturbaciones pueden crear tensiones o restricciones de movilidad. Este exceso puede ser consciente, se puede saber que han sucedido choques o similar, pero también inconsciente, es posible que el niño no se dé cuenta de nada. Lo ideal es prevenir todo esto y evitar que estas restricciones de movilidad, llamadas disfunciones osteopáticas, se instalen con el tiempo y que el niño crezca con ellas, ya que es probable que empeoren a medida que crecen.

¿Qué podemos hacer para que el crecimiento vaya bien?

Siguiendo las explicaciones anteriores, podría darle a su hijo todas las oportunidades para tener un crecimiento armonioso y equilibrado, en particular, al ir a ver a un osteópata. Este tendrá un papel tanto preventivo como curativo, para tratar la falta de movilidad, o disfunciones osteopáticas que impiden el buen crecimiento. El osteópata podrá identificar, diagnosticar y tratar las disfunciones osteopáticas que pueden ser el origen de alteraciones posturales, funcionales, u otras. Contribuye a la armonía del crecimiento de su niño y adolescente. 

Es necesario actuar en prevención, incluso si ya ha recibido cuidados osteopáticos cuando era bebé. Es posible que su hijo no se queje de dolores ni presente síntomas porque su cuerpo es más flexible que el de los adultos y lo compensa más fácilmente. 

Si son padres o quieren tener hijos, tengan en cuenta que la osteopatía será uno de sus mejores aliados para su buena salud. Tenga en cuenta que generalmente los síntomas se resuelven mejor si se tratan lo antes posible y, a veces incluso se solucionan solos cuando están bien anticipados. Cuidar del sano desarrollo esquelético de su hijo no sólo le está ahorrando problemas en su juventud, sino también para toda su vida. Si la osteopatía ha demostrado eficacia ante muchos problemas de salud, es sobre todo una terapia preventiva que permite un desarrollo armonioso y saludable de nuestro organismo.

¿En qué casos debería llevar a su hijo a un osteópata?

En los casos que se enumeran a continuación, la osteopatía puede ser de gran ayuda. Esta ayuda puede ser curativa, el osteópata podrá hacerse cargo y tratar la causa del síntoma para aliviarlo. En otras ocasiones, la ayuda será paliativa, el osteópata aliviará los síntomas debidos a una enfermedad o lesión; en este último caso, el osteópata no podrá actuar sobre la causa, porque no puede “reparar” los tejidos dañados, y generalmente actuará en paralelo con la atención multidisciplina. Para algunos niños, a veces, la atención médica es necesaria. Si tiene reconocimientos médicos, imágenes médicas (resonancia magnética o MRI, radiografía, u otro), es recomendable traerlos, tanto la imagen como el informe, en particular los relacionados con sus motivos de consulta. 

Observar y escuchar a su hijo es fundamental. Una queja repetida del niño, del equipo educativo o similar, debería ser motivo de alerta. Esta es una lista no exhaustiva de razones por las que se recomienda llevar a su hijo o adolescente a ver a un osteópata. Puede consultar por uno o más de estos motivos, y en caso de dudas puede contactarme:    

– Como medida preventiva, es decir, si su hijo/a no presenta síntomas o dolor:

  • Para una consulta de chequeo, al menos una o dos veces al año, especialmente durante los períodos de crecimiento acelerado o tan pronto como sea posible después de estos. Esto permite, por ejemplo, prevenir determinados problemas del crecimiento infantil (escoliosis, etc), o limitar sus impactos. Un gran problema actual es en particular el peso de la mochila escolar, que puede inducir desequilibrios y tensiones en el cuerpo de los niños.
  • Para los niños que practican deporte de forma habitual, o de alto nivel, se recomienda acudir y consultar al menos 2 veces al año para consultas de chequeo, incluida idealmente una antes del inicio de la temporada deportiva. Pero también, en el seguimiento después de un tratamiento médico tras una lesión, y en paralelo con cualquier tratamiento de ortodoncia.
  • En caso de consulta a un podólogo por plantillas ortopédicas: se recomienda consultar al osteópata 2 o 3 semanas ANTES de la consulta durante la cual el podólogo realiza los exámenes, medidas, huellas. De lo contrario, esas medidas podrían ser tomadas en un cuerpo que tiene “desequilibrios”, tensiones. Como resultado, las plantillas que se le entreguen pueden hacer que su cuerpo retenga estos desequilibrios o tensiones.

 – Puede llevar a su hijo/a al osteópata cuando aparezca alguno de estos síntomas o diagnósticos:

  • Dolor de espalda o de cuello, tortícolis, cervicalgia, dorsalgia, lumbalgia, escoliosis, enfermedad o cifosis de Scheuermann, dolor o neuralgia intercostal, neuralgia cervicobraquial,
  • Dolor en los miembros inferiores (rodilla, piernas, pies, tobillo), enfermedad de Sever, de Osgood Schlatter, periostitis, tendinopatia, tendinitis, síndrome de Sinding-Larsen-Johansson, tendinitis de la pata de ganso, síndrome de dolor patelofemoral, síndrome de la cintilla iliotibial, síndrome del limpiaparabrisas, síndrome fémoro-patelar, síndrome de la bandeleta iliotibial, tendinopatía rotuliana, síndrome compartimental, ciática, cruralgia, piernas cansadas, retorno venoso deficiente
  • Dolor en los miembros superiores (hombro, brazo, codo, muñeca, mano), neuralgia cervicobraquial, tendinopatía, tendinitis, epicondilitis, codo de tenista, codo de golf, síndrome compartimental, bursitis, capsulitis 
  • Dolor en la pelvis (cadera, ingle, sacro, coxis), coxalgia, coccigodinia, pubalgia, dolor sacroilíaco, tendinopatía, tendinitis (del glúteo medio u otro)
  • Síntomas en la cabeza:
    • Dolores de cabeza recurrentes, cefaleas, migrañas – Dolor, crujido o bloqueo de la mandíbula, bruxismo
    • Problemas de equilibrio, vértigos
    • Zumbido de oídos, tinnitus, acúfenos
    • Infecciones ORL (otorrino laríngeas) de los oídos, la nariz o la garganta, recurrentes o crónicas. Debe llevar a su niño al osteópata fuera de los periodos de crisis, de infección y tras un tratamiento médico.
    • Neuralgia facial, neuralgia de Arnold 
  • Síntomas en el vientre:
    • Dificultades para digerir, problemas de tránsito, estreñimientos, trastornos digestivos, dispepsia funcional
    • Síndrome del intestino irritable, enfermedad de Crohn
    • Reflujos ácidos, enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), acidez gástrica, ardor de estómago, duodenitis, úlceras, gastritis, hernias de hiato
    • Dolores menstruales, trastornos menstruales, dismenorrea
    • Infecciones repetidas del tracto urinario, si los exámenes se han realizado y no hay nada, que es un trastorno funcional.

– Si su hijo/a tiene síntomas, como si no, relacionados con los casos debajo, puede llevarlo/a al osteópata:​

  • En paralelo a un tratamiento de ortodoncia, para seguir las adaptaciones que se provocan. De hecho, el aparato dental se sujeta sobre los dientes, la mandíbula y, debido a los vínculos anatómicos, tiene un impacto en las estructuras del cráneo y el cuello. La posición en la que se cierran los dientes y la mandíbula, llamada oclusión dental, influye fuertemente el cráneo y las cervicales, los tejidos del cuello, por lo tanto, en toda la espalda y el tórax. Esto puede alterar la posición del cuerpo en su conjunto. Concretamente, estas limitaciones a veces pueden provocar dolores de cabeza, dolores de espalda, problemas del crecimiento o incluso vértigos, alteraciones visuales, dificultad para concentrarse, u otros. Es necesario un seguimiento osteopático durante el tratamiento de ortodoncia para evitar o paliar estas dolencias, el terapeuta hará todo lo posible para controlar y guiar las reacciones del cráneo y del cuerpo. Hoy en día, se instalan cada vez más aparatos dentales y muchos ortodoncistas trabajan en colaboración con osteópatas para el éxito del tratamiento y la comodidad del niño.
  • En el seguimiento de los problemas relacionados con el crecimiento: por ejemplo, escoliosis, enfermedad de Scheuermann, de Sever, de Osgood Schlatter y muchas otras…
  • Tras una lesión u operación, el osteópata interviene cuando la cicatrización lo permite. El objetivo es, en particular, evitar o limitar las adherencias de las cicatrices, por el aspecto estético pero también funcional, y evitar que la cicatriz tire de los tejidos. Eso puede provocar molestias y síntomas incluso en otros lugares, más allá de la cicatriz.
  • Tras un trauma psicológico, o shock emocional, por ejemplo, la muerte de un ser querido, la separación de los padres, acoso escolar, etc. O incluso sin que el niño lo sienta como un trauma, puede ser estrés o ansiedad por una situación personal, familiar o escolar difícil. El estrés tiene mucho impacto en el cuerpo, y muy posiblemente puede causar tensiones físicas en nuestro cuerpo, esto se llama “somatizar”

–  Cuando su hijo ha sufrido un trauma físico:

  • En este caso, ya sea que el trauma sea grave o exista la más mínima duda sobre la gravedad, el osteópata interviene en segunda instancia, después de una visita médica, diagnóstico médico. Por supuesto y como siempre, el osteópata actuará respetando la cicatrización del niño y los tejidos de su cuerpo, y adaptará sus técnicas según la lesión. El osteópata puede intervenir en paralelo con el tratamiento en el fisioterapeuta, para mejorar la recuperación. Este trauma puede ser:
    • una caída, un accidente, un choque 
    • una lesión, como una fractura, un esguince, etc

 – El osteópata también puede ayudar con: 

  • Problemas del aprendizaje, de comportamiento o concentración, el niño puede describirse como:
    • hiperactivo,
    • estresado, a menudo ansioso
    • soñador, faltando de concentración
  • Trastornos del sueño, terrores nocturnos

www.osteopatamadrid-juneau.com  –  «Cuidando de tu salud y bienestar»


Ilustraciones realizadas por Gonzalo Edo

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