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El diagnóstico osteopático
Como se mencionó anteriormente, al osteópata le interesan todos los parámetros que puedan tener impactos en el cuerpo del paciente y su motivo de consulta. Por lo tanto, comenzará la consulta formulando una serie de preguntas. El osteópata hará preguntas sobre su motivo de consulta, pero también abordará diversos temas: su historial médico, posibles patologías, su estilo y ritmo de vida, situación emocional etc. También se hará un análisis de exámenes médicos, radiografías por ejemplo, si el paciente los aporta.
Así que no se sorprenda si su osteópata le hace preguntas que a priori parecen muy alejadas de su problema. Sus respuestas serán necesarias para que empiece a hacerse una idea, como por ejemplo:
- Averiguar si su motivo de consulta es apto para tratamiento osteopático o no. Consiste en identificar los síntomas y señales de alerta que justifiquen una opinión médica antes del tratamiento osteopático.
- Identificar las posibles causas de sus síntomas y, si hay relaciones que buscar entre diferentes eventos, partes del cuerpo y síntomas.
- Anticipar qué técnicas osteopáticas podrá utilizar, y dónde, para adaptar el tratamiento.
Si el osteópata lo considera necesario, realizará algunas pruebas adicionales, por ejemplo haciendo una prueba de reflejos en las rodillas, escuchando los pulmones, el corazón, midiendo la presión arterial u otros. Utilizando la información obtenida durante estas pruebas y preguntas, el osteópata determina si puede tratar al paciente o si debe derivarlo a un médico. En este caso, es el médico quien pondrá palabras concretas sobre su trastorno, ¡quien establecerá el diagnóstico médico!
Luego, el osteópata realizará pruebas manuales, utilizando una palpación fina y precisa. Por ejemplo, analizando los movimientos de las articulaciones, la flexibilidad de los tejidos del cuerpo (vísceras, músculos, etc). Por tanto, afectará a determinadas zonas del cuerpo del paciente para identificar y priorizar las restricciones de movilidad, denominadas disfunciones osteopáticas, así como sus interacciones e impacto sobre el motivo de consulta.
Se tiene en cuenta el conjunto del individuo para relacionar sus síntomas, con las estructuras que presentan restricciones de movilidad que ha identificado, con el fin de determinar las causas de los síntomas y realizar su tratamiento. Es por eso que se demorará en áreas que no son necesariamente las de su motivo de consulta, y las probará; esto es necesario para comprender mejor cómo reaccionó su cuerpo.
El profesional decidirá entonces del tratamiento osteopático más adecuado para mejorar el estado de salud; el abordaje osteopático no es la aplicación de protocolos de tratamiento preestablecidos. Es solo después de todos estos pasos que el osteópata puede comenzar el tratamiento.
Existen diferentes tipos de disfunciones o trastornos:
- La disfunción osteopática:
Se trata de la pérdida de movilidad, elasticidad o de la alteración de la textura de los componentes del tejido orgánico. Este tejido puede ser: una articulación, un músculo, un ligamento, un nervio, una arteria, una víscera, un hueso, piel, etc. Está compuesto principalmente por tejido conjuntivo, más o menos flexible, con fibras más o menos tensas, densas.
Es una reacción mecánica y fisiológica de una estructura corporal en respuesta al estrés o la agresión. Cuando una zona del cuerpo sufre, por ejemplo, un trauma, esfuerzos repetidos, un trastorno postural, una enfermedad, un estrés psicoemocional, una mala higiene de vida u otros, puede responder a veces a esta agresión densificandose, retrayéndose. Esta zona tiende a tirar de los tejidos circundantes hacia ella y la resistencia es anormal cuando la mano del osteópata la pone bajo presión, la movilidad está restringida.
- El trastorno funcional:
Esta es una alteración en la función de un área. En el caso de un trastorno funcional, no se pudo demostrar ninguna lesión orgánica después de un exámen médico: exámen clínico y exámenes adicionales.
La estructura del cuerpo es su constitución (como el pulmón, el músculo, el nervio) y la forma en que estos elementos se ordenan entre ellos; la función es el papel de cada elemento en este conjunto. Por ejemplo, para el pulmón, la función es la oxigenación de la sangre; para el músculo, es la contracción; para el nervio, es la transmisión de impulsos nerviosos.
La zona disfuncional es también zona de “retención” y sus intercambios con el exterior (sangre, gases, linfa, etc.) se ralentizan. El organismo está en perpetua adaptación, a su entorno y a lo que sucede en su interior. El trastorno funcional acompaña a este estado de inestabilidad, a esta búsqueda de equilibrio tras una nueva situación, y en ocasiones es la consecuencia de esta “búsqueda”.
A menudo se indica que el trastorno funcional es un estado intermedio entre la salud perfecta y la aparición de la enfermedad. La realidad es más compleja. Afortunadamente, todos los trastornos funcionales no evolucionan hacia un deterioro de la estructura que impida su función, para convertirse en una patología orgánica. Solo se vuelve patógeno, es decir, fuente de enfermedad, si persiste, si el cuerpo no puede recuperar un nuevo estado de equilibrio, si es demasiado importante o perturbador para el cuerpo. La osteopatía permite reducir los efectos nocivos de los trastornos funcionales, ya sea ayudando a eliminar su causa o reduciendo su impacto.
- El trastorno orgánico:
Es un trastorno o enfermedad debida al daño de un órgano, en contraposición a la funcional. Por lo tanto, la estructura está deteriorada y ya no puede cumplir su función correctamente o ya no puede cumplirla en absoluto. La afección es identificable por la evaluación médica: el examen clínico y exámenes adicionales. En estos casos, a menudo se deriva al paciente bajo tutela médica. El osteópata podrá ayudar a aliviar ciertos síntomas, mejorar la comodidad de vida del paciente, pero no odrá curar o «reparar» una estructura seriamente deteriorada. Ejemplos de trastornos orgánicos: fracturas, cáncer, etc.
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Ilustraciones realizadas por Gonzalo Edo